La clave para mantenerse físicamente activo es hacer que resulte conveniente. Prueba estos consejos.
Aprovecha al máximo tu tiempo en casa.
Para integrar la actividad física en tu vida doméstica:
Despierta temprano. Levántate 30 minutos más temprano de lo normal y emplea el tiempo adicional para usar la caminadora o dar una caminata enérgica por el vecindario.
Haz que cuenten las tareas en casa. Trapea el piso, lava la tina, corta el pasto con una máquina sin motor o haz otras tareas con suficiente rapidez para que tu corazón se acelere.
Actívate mientras ves la televisión. Usa mancuernas, emplea tu bicicleta estacionaria o haz tu rutina de estiramiento durante tus programas favoritos.
Incluye a toda la familia. Realicen caminatas de grupo antes o después de la cena, jueguen a atrapar algún objeto o paseen en bicicleta.
Haz que tu perro participe. Lleva a Fido a caminar todos los días. Si no tienes perro, ofrécete a sacar a pasear al perro del vecino.
Entrena en el trabajo.
Para incorporar mayor actividad física mientras estás en el trabajo:
Aprovecha al máximo tu viaje al trabajo. Camina o ve en bicicleta a tu trabajo. Si usas el camión, baja unas cuadras antes y camina el resto del camino.
Usa las escaleras. Si tienes una junta en otro piso, baja del elevador algunos pisos antes y sube por las escaleras. Mejor aún, evita el elevador por completo.
Toma descansos para ejercitarte. En lugar de permanecer en la sala de descanso mientras tomas café o un tentempié, realiza una caminata corta.
Forma un grupo de caminata con tus compañeros para ejercitarte durante el almuerzo. La rutina regular y el apoyo de tus colaboradores pueden ayudarte a cumplir con el programa.
Programa tu actividad física como una cita. No cambies tus planes para realizar actividad física a menos que definitivamente no te quede otro remedio; esto es importante para tu salud.
Si viajas por trabajo, mantén tu actividad física. Elige un hotel que cuente con instalaciones para entrenar o simplemente sal y camina cuando tengas la oportunidad.